Habrán sido 3, 4, ¿5? los cuadernos que llené de adolescente. Cada uno poseedor de más de algún secreto, alguna confesión. Cada uno, descansando las palabras en algún lugar oculto de la habitación, esperando, por el mismo ritual de fuego, vergüenza, cenizas y humo... sobre todo mucho humo, nunca traicionarme.