temporada de narices frías temporada de narices frías
temporada de narices frías temporada de narices frías
14.12.09
cartaparáti
Al final, como animales de costumbre, fácil nos tentamos a olvidar… pero el rencor se tiñe en mis ojos y es tu nombre, tu nombre disfrazado de otras letras. Me persigues sin saberlo, desde el sueño más helado hasta a la más austera excitación.
25.11.09
Hay un trineo viejo en el armario de mi casa. Desde lejos, el polvo que lo abriga parece nieve que le cubre las rendijas y los adornos de papel brillan como luces en la noches que lo voy a visitar.
Me ha prometido viajes para cuando llueva, pues, según me dice, mas arriba de las nubes no cae ni una sola gota. yo no se que tiene que ver una cosa con la otra, pero seria lindo ver llover bajo mis pies.
8.11.09
30.10.09
26.10.09
sopaipillas
De lunes a viernes, el temblor en los huesos de pelusa me despierta. Los ojos se me pierden soñolientos en el vaso que descansa en la nevera mientras ella me muestra los pasos que me separan de su caja de leche. Aun dormido, llego al refri, le sirvo la leche en su vaso, y la dejo en una esquina del mantel.
De sábado a domingo para mi no hay temblores, no hay ojos dormilones, para mi no hay ni pelusa ni mantel. La muy fresca se va con un gato que la invita a comer sopaipillas afuera del metro republica.
20.10.09
Naftalina
Se encontró frente a frente con los siete pasos que daban al ropero, y uno a uno, los fue dejando atrás. Estaba oscuro así que sus manos tomaron el lugar que acostumbraba darle a cada ojo. Caminó entre chaquetas viejas, vestidos agujereados con olor a naftalina y no paró hasta tropezarse con un par de botas sucias que dormían a sus pies. Una vez en el suelo, notó que las uñas ya no se incrustaban en su piel, la boca amarga ya no daba mordiscos en su cuerpo. Se había ido, jamás pudo cruzar el umbral. Ahora el tacto suave y frio de la soledad tocaba sus heridas. Sentado entre polvo, pelusas, una que otra moneda perdida que había caído al suelo del bolsillo de algún pantalón, podía abrir la caja que llevaba en su pecho y dejar salir a todos sus demonios. En la oscuridad, en la ausencia de otros ojos, lejos de la ciudad y todos sus espejos, podía descansar. Podía colgar las apariencias, despojarse de kilos y kilos de absurda moralidad que la gente acostumbra regalarnos al nacer.
Entre ropas de ocasión, teñidas formales e informales, daba igual ser mujer u hombre, los rostros se desvanecían, cada palabra que pudo o no, salir de su boca, escaparon, dejando entre los dientes, su significado.
Tomó una pastilla gastada y la dejó sobre su corazón. Hirviendo a 87º c, La naftalina se inflamó. Los demonios se vistieron, y la soledad apagó el fuego de su pecho con los labios.
y ¿les cuento?...gané!! (entre mucha otra gente... pero bueno...)
19.10.09
Negación
12.10.09
6.10.09
Do przyjaciela
Me fue imposible saber lo que pensabas, y sin embargo te mostré las heridas que llevo atadas en el brazo, justo cuando nadie mas quería acercarse para mirar estabas tú. Me hiciste reír y levantarme, soñar y desilusionarme. Llevando litros de bencina en las neuronas, tropezándome en cada esquina con el fantasma de algún cuerpo (de esos que aun huelen a muerto), confesando que hay canciones que nos hacen llorar, siempre puedes olvidar.
Y los imbéciles de siempre que nos vuelvan a mirar, bien me dijiste que ladran, ladran y ladran, pero jamás podrán morder, ¡es que no tienen dientes!
Y… ¿sabes algo?, ahora ellos son los payasitos de mi circo de cristal.
30.9.09
i love coke!
y si está acopañada de hielo y un par de cigarrillos, me derrito...
25.9.09
Matilda, los helados y su boquita de sonrisas
Por eso Lawliet la quiere los domingos, porque en su boquita hay mil sonrisas, y más de alguna es para él.
17.9.09
No me atraparán dos veces con la misma red
Ya era mucho tener que lidiar con los recuerdos, besos, mentiras, besos, rencores y más besos que hicieron de fantasmas en mi pequeño escenario de neuronas locas y pastillas de 50 ml para la ansiedad, que dos meses me parecieron realmente poco, justo y necesario.
Pues no. No te contentaste con dos hojas enteras del calendario que cuelgo en mi pared. Quisiste más. Esperaste un tiempo y me mostraste que el rencor hace pedazos, cinismo y hasta poesía del nombre que persigue.
De forma dolida, ¿sabia? y elegante, escribiste un par de líneas mencionándome, entre otros/as, como un clown de ojos perdidos, sentimientos pasajeros y patético hasta el hueso más humano que encontraste alguna vez en mi. Confesando haber sido fría, mala y egoísta, increíblemente a los ojos que leyeron tus palabras les pareció el relato triste, heroico, maduro y amargado de un corazón maltrecho y arrugado que quería descansar (yo NO fui la excepción). Luego de leer dos veces esa nota, caí en cuenta que había sido escrito un par de años atrás, por un poeta medio muerto que respira entre libros, bibliotecas e internet.
Te pregunto, ¿es necesario seguir con esta guerra fría, en la que solo has peleado tú?, realmente hoy ni me molesta (quizás cinco minutos por la tarde, quince por la noche si el ataque aun está en caliente, mas no), me da risa ser la puta en la lengua de esos, los imbéciles de siempre, tener traje de loco en sus cabezas y todo ese historial.
Esto no lo escribo para que me leas, pues no te lo daré. Es mío y significa que ya no me dejo sepultar. No responderé con odio a la cara estúpida que me mira de pies a cabeza cuando salgo a caminar, ni repartiré sonrisas falsas a los jueces. No mostraré el rencor que compartimos, pero tampoco me lo guardaré.
Simplemente saldré a la calle a ser yo, y si ando de ánimo, ser la puta, el loco y el payaso.
10.9.09
Yo creo que aun no escribe porque en Cianotipia hay tanto que mirar,
8.9.09
Las galletas de Matilda dejan migajas en los labios Lawliet
Los jueves, antes de dormir, deja la cajita entreabierta, así, cuando sueña con Lawliet, las comparten entre besos, migajas y sonrisas.
Al despertar, siempre faltan cinco. Matilda dice que Lawliet es comilón, su mamá, que hay ratones en la casa.
7.9.09
Un tren viejo es el que llega hasta anhedonia
No creo que Lawliet lleve mucho dinero, siempre que viaja, el tren le obsequia placas viejas de recuerdo, que después cambia en el mercado por un par de cigarrillos y una taza de café. Este es uno de esos viajes de maleta chica, no hay espacio para suvenires.
24.8.09
11.8.09
la ventana
Tengo manos marcadas que se apoyaron en el cristal cuando pasaban por la calle, mirando para adentro los aguaceros grises que caian por el techo roto en el invierno ingrato que nos cagò de frio. Tengo los besos de una chica que pegaba su boca tibia al cristal helado y dibujaba amores tristes con la lengua entumecida en las visagras. Tengo polvo, tengo tierra, tengo la grasa de las caras que se me pegaron en verano, y las hojas que el otoño mandò a cortar. Tengo miradas de lunes por la mañana, de viejas chismosas y empleados, de escolares confundidos y funcionarios rutilantes, de Domingos con su misa, del curita de la iglesia, de chiquillas que se esmeran, de chiquillos que se fletan, de las ronchas de las piernas de los niños que se caen del columpio, de la historia amarga de la calle, del paño humedo y la vieja que se acerca. lo digo ahora, pues ya limpio, la memoria se me olvida...
8.8.09
1.8.09
Colgado de un paraguas
Por las tardes lo saco a pasear. Lo abro y se agarra del viento que me espera a la salida del placar. Los tres juntos nos vamos hasta la nube más cercana y una vez ahí, nos deja y nos olvida.
Como es alto y no llevamos escalera, pues los bolsillos se llenan con el encendedor y los cinco cigarrillos para el viaje, me afirmo de él y dejamos que el aire apacigüe la caída.
A veces, bajar de una nube se resume en un pequeño golpecito en las suelas de las zapatillas, otras, es el culo el que se da contra el suelo, dejándome en los pantalones buena parte del polvo de la calle. Nunca supe como hacia Mary Poppins para caer con gracia y además no despeinarse en el viaje. Tenía clase la chica ésta, aunque a mi juicio como que se hacia la mosquita muerta, el cuento de la mina agraciada, humilde, algo mojigata y con paciencia eterna con los niños nunca se lo creí del todo. Pero bueno, eso no va al caso.
Volviendo al tema, una vez en tierra firme comenzamos a caminar. Lo llevo oculto en el bolsillo, pues no hay ni lluvia ni ley que me permita llevarlo por la city con completa impunidad. Un par de vueltas por ahí… de Pratt a la plaza, de la plaza a Pratt y de vuelta a casa… una vez que nos alejamos de la ciudad, lo saco a respirar, enciendo un cigarrillo y esperamos a que el viento pase y nos recoja.
No sé si será por el smog de la city, el viento que me pega en la cara o qué, pero los ojos se me ponen rojos desde que me lo encontré, así que antes de entrar a casa, una nube gris, de esas que anuncian chaparrón, me tira dos gotitas de agua, una en cada ojo, devolviendo el blanco a cada piedra.
24.7.09
sofia debajo de la almohada
La idea nació a raíz de la protagonista de una de nuestras entradas que, causalmente, llevaban el mismo nombre... Sofía
http://sofiadebajodelaalmohada.blogspot.com/
Un saludo a todos...
Shau
21.7.09
15.7.09
La comida
- vale
-¿y para que cresta te sacas la camisa?
- bueno… dijiste que pasemos a lo importante, ¿no?
- ¡no, idiota!, la comida con mis viejos, a la noche. ¿Lo olvidaste, cierto?
- hehe…
- …
- nooo, claro que no. Lo tenia muy presente. Solo que, me pone un poco tenso, quizás si…
- ¿si lo hiciéramos?
- Como me lees la mente tú
- ¿?... a ver si te entiendo, ¿estas tenso y quieres echarte un polvo conmigo para relajarte y luego ir a la casa de ''MIS'' padres con cara de… hola, señora, señor... me acabo de tirar a su hija y vengo con un hambre de la puta madre, asi que dejemos la conversa incomoda y el interrogatorio tipo CIA para mas tarde y pasemos a la mesa?
- hehehe… si, algo asi
- Ok, Pero… yo arriba, ¿vale?.
8.7.09
Dos terrones más de azúcar
Si ella servía café por la mañana, él, en puntas de pie para que Sofía no lo oyera, llegaba hasta su taza y le hundía dos terrones más de azúcar. Lo que para un diabético seria sobre dosis, para Sofía era una sonrisa.
Nunca entendió por qué cuando tomaba café, sola en la cocina, su boca no le daba más que para una mueca y un bostezo.
23.6.09
8.6.09
Dos pasos...
20.5.09
A las nueve y treinta
17.5.09
4:30 a.m.
Ayer, mezclando sertralina, quetiapina, y un poco de cerveza comenzó la noche. Con un cigarro en la boca me detuve frente a la casa donde estaban unos amigos. De a uno fueron saliendo por la puerta, hasta que estábamos los cuatro acomodados en el vehículo.
Hacia un frio de mierda como para estar en la calle, por lo que terminamos en una cervecería, que al ser la única que queda en la ciudad, tiene el precio de los pitchers por el cielo (3.500$ por un jarro de cerveza aguada??).
Entramos. En el wurlitzer pasaban un video de iron maiden, las mesas estaban ocupadas por gente que nos pasaba al menos por 20 años. ¿Qué puedo decir del lugar?, un bodrio. De una mesa pusieron un video que parecía ser el coro de alguna iglesia, y resulto ser nada menos que Juan Gabriel. La culpable de que sonara aquel tema comenzó a pedir, no muy amablemente, a las demás mesas que bajaran la voz para poder escuchar al gordito que cantaba vestido de charro. Obviamente, nadie hizo caso, salvo nosotros, que al tenerla al lado, nos sorprendió más que al resto la actitud de aquella groupie.
Habrán pasado cuarenta minutos, cuando, vencidos por el sueño, vaciamos los vasos de un trago y salimos. De vuelta a la ‘’camino al cielo’’ (alguien me contó alguna vez, que antiguamente así llamaban a esas camionetas) partimos a la botillería. Por lo caro del jarro pasado, solo sacamos dos xelas de litro. Para variar, terminamos en la misma placita de casi todos los fines de semana. Al menos a mí, me agrada estar ahí. La plaza es linda, con sectores iluminados y otros (de nuestra preferencia) oscuros. No había nadie más así que esta vez elegimos las bancas.
Y cuando ya no esperábamos más de aquella noche, una de las que conformaba nuestro grupo de cuatro sacó un cogollo. Buscó un papelillo en el fondo de su bolsito azul, y lo dibujaron.
Bastaron un par de fumadas para que el mundo se distorsionara (no en gran medida, solo lo justo para perder el hilo de cada conversación, y reír de cualquier estupidez). Con los ojos rojos de sangre dejamos que el tiempo pasara sin llamarnos la atención. Ya llevábamos un rato en eso, cuando pasaron cuatro chicos, riendo, hablando fuerte, dejando en claro que ya habían tomado algo. Nos sentimos invadidos, al menos los primeros minutos. Nos habíamos acostumbrado a la soledad de la plaza y que llegara alguien mas fue extraño. Rompimos con risas el silencio cuando tres de los que habían llegado, se fueron a mear una muralla (si hay necesidad de ello, se va a una muralla de crateus, en lo oscuro). Luego se devolvieron, el cuarto venia más atrás, lo había visto antes. En clases. Aunque nunca habíamos hablado ni nada, cuando pasó por mi lado me saludó como si fuéramos amigos desde hace tiempo. Yo, por lo volao que estaba, apenas pude articular un…’’wena’’…y quizás un pequeño movimiento con la mano. Se fue y me largue a reír. Es increíble como el alcohol nos hace amigos a todos.
Una vez de vuelta en la camioneta, encendí un cigarro, me tomé un poco de tiempo para elegir la música, y nos quedamos pegados, las cuatro cabezas, ocho oídos, no sé cuantas neuronas y cuatro culos, cada uno en su lugar, escuchando un temaso (siempre puedes olvidar, de C. García +M. Sosa)… y así, pasaron otros, hasta que nos dimos cuenta de que eran las 4.30. a.m...
Entonces partimos.